EL ZORZAL CRIOLLO EN L’OISEAU BLEU: EL TANGO EN NIZA EN LOS AÑOS 30

¿Sabíais que en los años 1930 el tango conoció días de gloria en la Costa Azul? ¿Qué Carlos Gardel, la estrella internacional del tango, actuó en Niza durante varios meses, y que incluso había previsto instalarse en la ciudad? ¿Que se conservan varias fotos de veladas memorables, en las que Gardel aparece inmortalizado con su amigo Charlie Chaplin? Os propongo un pequeño paseo tanguero por Niza tras los pasos del cantante.

Villa L’Oiseau Bleu

Los transeúntes que pasan hoy frente al número 49 de la avenida Cap-de-Croix, en el barrio nizardo de Cimiez, no encontrarán en este lugar nada de particular: un murete rematado por una verja blanca rodea un parque arbolado donde se sitúa una guardería, L’Oiseau Bleu, el Pájaro Azul. El edificio, completamente banal (y bastante feo, en honor a la verdad) data de los años sesenta. Ninguna placa, ningún letrero. Nada que permita suponerlo, y sin embargo en este lugar se celebraron, en la más estricta intimidad, algunas de las fiestas más glamurosas de los locos años treinta, en las que millonarios y celebridades alargaban las veladas hasta el amanecer.

Sadie Baron Wakefield, « madame Chesterfield »

Pero empecemos por el principio, que nos conduce hasta Baltimore, Estados Unidos, lugar de nacimiento de la millonaria Sadie Baron Wakefield. Sadie Baron, nacida el 19 de junio 1879, era hija de Bernhard Baron, un  acaudalado hombre de negocios propietario de la compañía tabacalera Carreras, que fabricaba, entre otros, los famosos cigarrillos Craven A (razón por la cual la apodaban « Madame Chesterfield »).

La fortuna que magnate del tabaco legó a su hija ascendía a cinco millones de libras, lo que en la época constituía una suma astronómica. Sadie contrajo matrimonio con Georges Wakefield, un industrial americano propietario de una manufactura de tejidos que tampoco estaba lo que se dice mal situado. Los esposos pasaban parte del año en París, donde la señora Wakefield disfrutaba de la compañía de numerosos artistas que a menudo se convertían en sus protegidos. Los Wakefield viajaban regularmente a Niza, pasando temporadas en su lujoso palacete de la colina de Cimiez que se llamaba, como seguramente ya habréis adivinado, L’Oiseau Bleu. La propiedad, situada en el número 49 de la avenida Cap-de-Croix, fue adquirida por los Wakefield el 14 de diciembre de 1928, y por lo que parece, era espectacular: un chalet de dos pisos con un gran jardín, una cancha de tenis y una superficie total de 4.665 metros cuadrados.

Durante sus estancias en la Riviera francesa, los Wakefield frecuentaban los casinos de Niza y Monte Carlo. La sección de sucesos del New York Times recoge una anécdota que nos permite hacernos una idea de su tren de vida: en el casino de Monte Carlo le sustrajeron a Mrs Wakefield un collar valorado en 15000 dólares. Estaba formado, según informa el New York Times, por « five large stones and sixty smaller ones », y aunque los “pedruscos” debían de pesar lo suyo, la dama no se percató del robo hasta llegar a casa. Afortunadamente la “baratija” estaba asegurada, pero la descripción de la alhaja nos permite hacernos una idea sobre la cuantía de la fortuna de los Wakefield.

Entre los artistas que frecuentaba Mrs Wakefield, había uno al que la señora había tomado un afecto particular: un joven argentino, alto y moreno, con un seductor aire de galán: el cantante de tango Carlos Gardel. Lo apodaban el zorzal criollo por la belleza de su canto, y en la época en la que comienza su relación con Mrs Wakefield ya estaba lejos de ser un desconocido. En la siguiente foto de 1931 podemos verlos juntos en Niza.

Paris y el tango, una historia de amor

Antes de continuar con nuestra historia, merece la pena hacer un pequeño paréntesis para poner al lector en antecedentes sobre la acogida que el tango tuvo en Francia. Podría pensarse que el tango nunca gozó de gran popularidad en el país galo, pero eso sería equivocarse de medio a medio: entre el tango y Francia existe una historia de amor correspondido que dura ya más de un siglo.

El tango llegó a Francia en los años 1900, muy poco después de su eclosión en Buenos Aires. Las primeras partituras llegaron a París a través de Marsella, en la fragata escuela Sarmiento, y se popularizaron enseguida. Poco después aterrizaron los músicos, como Alfredo Gobbi y Angel Villoldo, atraídos por un nuevo procedimiento de grabación que por entonces estaba más perfeccionado en París que en Buenos Aires: el disco. Muy rápidamente Paris se rindió al tango. La ciudad fue presa de una auténtica locura, una especie de tangomanía que hizo proliferar los tés-tango, las matinés-tango, las meriendas-tango y las cenas-tango… 

Todo el mundo quería aprender a bailar este nuevo baile sudamericano, exótico y sensual, que acababa de hacer su aparición en París. El escritor y libretista Franc-Nohain escribe en la revista Femina el 15 de julio de 1913:

“No es el primer baile por el que la moda y el gusto popular entran en esta especie de frenesí […] pero lo que tiene de particular el tango […] es su carácter obsesivo […] Joven inconsciente, muchacha imprudente, tened presente que desde el momento en que hayáis dado el primero de los seis pasos de la caminata […] en vuestro espíritu no tendrá cabida más que un pensamiento: bailar el tango”. Dictionnaire passionné du tango, p. 637.

Durante los años 1920 la tangomanía se apodera de la alta sociedad parisina, y luego se extiende al resto de estratos de la población, para acabar tomando el país entero.  La Costa Azul no se queda al margen de esta nueva moda, al contrario, la abraza con la fuerza propia de un lugar que ya era el punto de encuentro de una multitud cosmopolita formada por aristócratas y millonarios ávidos de diversiones. Los artistas, por su parte, no se hacen esperar y Carlos Gardel, como tantos otros, parte a la conquista de la Riviera francesa.

Carlos Gardel en Francia

Cuando llega a Francia, Gardel ya era un cantante internacionalmente reconocido, y ya por entonces estaba considerado como el icono del tango argentino. Sus primeros conciertos en París tuvieron lugar en septiembre de 1928, en el teatro Femina de los Campos Elíseos, y en el cabaret Florida, rue de Clichy. Su gira por Francia continuó hasta abril de 1929, llevándole a los teatros Empire y Paramount de Paris, así como a Cannes y a Monte Carlo.

Fue probablemente en París, durante este viaje, donde el cantante conoció a  Mrs Baron Wakefield. Ambos se muestran en público juntos con regularidad y las malas lenguas dicen que la relación la americana mantenía con el cantante era de índole más que amistosa. Aunque por la diferencia de edad que los separaba y por el físico de la dama, que podríamos calificar de opulento, esta eventualidad resulta poco probable, sobre todo conociendo la inclinación del zorzal por las mujeres jóvenes y hermosas. Sea como sea, el hecho es que Mrs Wakefield contribuyó generosamente a financiar las películas de Gardel y que el Chrysler 31 blanco que el cantante usó durante un tiempo, y que en su época era único en Buenos Aires, era un obsequio del matrimonio Wakefield. También nos han llegado testimonios de otros suntuosos regalos que la dama hizo al cantante, como este encendedor de oro fabricado especialmente para él por la joyería Cartier:

En 1931 Gardel regresa a Paris para dar un impulso a su carrera cinematográfica, grabando cuatro películas para la Paramount, que tenía unos estudios en Joinville-le-Pont, a cuarenta kilómetros de la capital francesa. Al mismo tiempo, actúa durante quince días en el teatro Empire de Paris, pero la Costa Azul lo tienta con un contrato mucho más jugoso: casi dos meses de representaciones en el Palais de la Méditerranée de Niza, una proposición que no puede – ni quiere – rechazar. Las representaciones en el Palais de la Méditerranée, entre el 15 de enero y finales de febrero de 1931, tuvieron un éxito extraordinario. Según explica Kalikian Gregor, director de la orquesta de jazz que compartió escena con Gardel en el Palais de la Méditerranée, la alta sociedad lo acogió con los brazos abiertos:

“¡Niza! ¡Oh Niza…! Niza es para mí el paraíso bíblico. Creo que debe serlo también para Carlitos… porque allí realizó la más olímpica de sus hazañas: conquistar, por asalto, el ambiente más hermético y “sui generis” de toda Francia. Aquella sociedad selecta y cosmopolita de la Costa Azul, accesible sólo a contadísimas excepciones, tuvo para Gardel una acogida cordial e inolvidable. Actuar en un casino de la categoría del Palais de la Mediterranée creo que debe colmar la aspiración de cualquier artista que se estime. Allí se consagran y se derrumban ídolos. Dos meses consecutivos hemos actuado en él, Carlitos Gardel y yo. Dos meses cuyo encanto no podré olvidar nunca. Nos llamaban los reyes del jazz y el tango. ¡Oh Niza…! Carlos recibió las más grandes ovaciones, cantando canciones francesas. Este gesto, que en él era una caballeresca manera de retribuir distinciones, no pasó desapercibido para aquellas gentes…” Carlos Gardel. Su vida, su música, su época, p. 142.

Carlos Gardel canta en francés

El testimonio de Kalikian hace alusión a un detalle curioso, escasamente conocido: Gardel cantaba en francés. No cantaba tangos en francés, sino canciones francesas, bien conocidas por el público, y cuya interpretación representaba una especie de deferencia hacia los espectadores locales. Se han conservado cinco grabaciones de Gardel cantando en francés, con los títulos Déjà, Folie, Je te dirai, Madame c’est vous y Parlez-moi d’amour. Excepto esta última, grabada en marzo de 1933, todas las grabaciones datan de septiembre de 1931.

Como se puede observar, a pesar de haber nacido en Toulouse el cantante no hablaba francés, o bien de manera muy imperfecta. Gardel llegó a la Argentina con muy corta edad (como le gustaba decir: “Nací en Buenos Aires a los dos años y medio”) y nunca aprendió la lengua de su madre, quien seguramente prefirió dar prioridad al castellano para facilitar su integración en la nueva patria de ambos. No obstante, los defectos de pronunciación que podemos apreciar en las grabaciones no fueron óbice para que el público francés se despepitase por sus interpretaciones en la lengua de Molière.

Gardel y Chaplin en la Costa Azul

Gardel, que por entonces ya era un reconocido artista, no tuvo ninguna dificultad en integrarse en los círculos más selectos de la Riviera. Su  influyente amiga, la millonaria “Madame Chesterfield”, debió de abrirle las puertas y su simpatía natural y el carisma que, según todos los que lo conocieron, irradiaba, hicieron el resto.   

Una vez terminado su compromiso con el Palais de la Méditerranée Gardel permaneció alojado en el hotel Negresco de Niza hasta mediados del mes de abril, disfrutando de los placeres de la vida mundana que le ofrecía la Costa Azul. Entre los amigos de la alta sociedad que hizo en Niza durante este periodo se halla otro artista cuyo nombre seguramente no os sea desconocido: Charlie Chaplin.

Los dos Carlos se conocieron en la Costa Azul gracias a Mrs Wakefield, en una ocasión en la que Chaplin se encontraba en Niza como invitado del millonario americano Frank Gould. Este había quedado prendado del pueblecito costero de Juan-les-Pins, y había comprado el casino, así como el hotel principal, Le Provençal, creando un gran complejo recreativo, uno de los primeros de la época. Gould decidió aprovechar la visita de su amigo Chaplin, que por entonces era simplemente una de las personas más famosas del mundo, para publicitar sus negocios de la Costa Azul, así que organizó una comida de gala con Chaplin en el casino de Juan-les-Pins e invitó a todas las celebridades que se encontraban entonces en la región, entre ellas Mrs Wakefield y su inseparable Gardel. Se conservan varias fotos de dicho encuentro, en las que se puede ver juntos a Gardel y a Chaplin, sentados en extremos opuestos de una larguísima mesa, junto con Mrs Wakefield y otras personalidades de la época.

Charles Chaplin en el casino de Juan-les-Pins (Foto Charlie Chaplin Archive)

Al día siguiente, Mrs Wakefield organizó una fiesta en su residencia, L’Oiseau Bleu, para celebrar el cumpleaños de Chaplin. De dicha velada también se conservan algunas fotos como esta, obra de Mosesco, el fotógrafo local de las celebridades:

Sentados en primera fila, Mrs Wakefield (izquierda), Gardel (centro) y Chaplin (derecha)

Según el testimonio de May Reeves, que por entonces tenía un romance con el actor, Chaplin hizo un número cómico para entretener a los invitados y Gardel cantó varias canciones. En una de las fotos de la velada podemos ver a Chaplin en plena interpretación. No debía de ser malo el número, porque Gardel, sentado al fondo, se ríe a mandíbula batiente :

Actuación íntima de Chaplin en L’Oiseau Bleu. Al fondo, sentado, Carlos Gardel.

Reeves describe con mucho detalle la estancia en la que tiene lugar la velada, el bar de la mansión de los Wakefield, lo que nos permite conocer un poco el interior de la villa L’Oiseau Bleu:

“Al día siguiente Mrs Wakefield  dio una gran fiesta en su casa. Desde el jardín se accedía directamente al bar, de manera que los invitados no pasaban por la casa. El bar estaba decorado en estilo chino. Una puerta redonda, laqueada en negro y rojo, conducía al interior de la casa. Unas lámparas chinas derramaban una luz tamizada sobre el buffet central, las mesitas de los lados y los barman que agitaban sus cocteleras. Éramos unos cuarenta invitados […] Un cantante argentino, acompañado por un guitarrista, cantó en homenaje a Chaplin, mientras que éste, que se había colado tras el mostrador del bar, se llevaba a los labios una inmensa botella de coñac» Charlie Chaplin intime.

Mrs Wakefield y Charles Chaplin en L’Oiseau Bleu, 1931.

Por lo visto, aquella velada fue el germen de una verdadera amistad entre ambos Carlitos, que posteriormente se volvieron a encontrar en Estados Unidos. En 1935, tras la muerte de Gardel, Chaplin lo evoca ante la prensa:

“Conocí al gran cantante en Niza hace cuatro años, en marzo de 1931. Un amigo en común nos presentó en el Palais de la Méditerranée de la Costa Azul. Esa noche había muchos rioplatenses porque debutaba como director de orquesta Julio de Caro. En una reunión íntima que organizamos en un rinconcito con gente amiga, Gardel empezó a cantar y me impactó hondamente. Tenía un don superior al de su voz y su figura: una enorme simpatía personal que le ganaba de inmediato el afecto de todos. Tan honda era la simpatía que me inspiraba que recuerdo perfectamente que llegamos hasta las primeras luces del amanecer, en una noche de alegría como no volverá a repetirse. Pronostiqué a Gardel un triunfo categórico y le aconsejé que se dedicara al cine. Cuando Gardel llegó a Estados Unidos vino a visitarme, fue mi huésped […] Digan ustedes al público que con Gardel pierdo a uno de mis más simpáticos amigos y que sepan que los países latinoamericanos no tenían mejor embajador entre nosotros que él. En cuanto al arte cinematográfico, ha perdido una figura cumbre que nunca podrá ser sustituida”.  Gardel y el tango. Repertorio de recuerdos.

La misteriosa suerte de L’Oiseau Bleu

Pero volvamos a L’Oiseau Bleu, el escenario de tantas brillantes fiestas mundanas. ¿Qué destino corrió el lujoso palacete? 

Como no tenían hijos, los Wakefield estaban en efecto preocupados por la suerte de su residencia cuando ellos desaparecieran, cosa que sucedió una década más tarde. Sadie falleció en Nueva York en 1942, a la edad de 64 años. Su esposo George murió cinco años más tarde, en Mónaco, el 5 de marzo de 1947, a los 71 años. En su testamento Mr Wakefield estipuló que la propiedad pasase a manos de sus sobrinos. En el caso de que estos rechazaran la herencia, esta se convertiría en propiedad de la ciudad de Niza, a condición de que en el edificio se creara un hogar para niños huérfanos o cualquier otra institución de carácter caritativo, que debía llevar el nombre de Sadie Baron Wakefield Home. Y así ocurrió, aunque dicho sea de paso, su deseo no fue respetado por el ayuntamiento: si bien éste destinó la propiedad a albergar una guardería municipal, el jardín de infancia no tomó el nombre de su benefactora, sino el de la finca, L’Oiseau Bleu.

Sin embargo, un misterio continúa rodeando al establecimiento: si visitamos la guardería, podremos constatar que se encuentra en un edificio de los años 1960. ¿Qué fue del palacete cuyos lujosos salones chinos vemos en las fotografías? ¿Fue demolido por el ayuntamiento para construir el edificio actual, más funcional y moderno? ¿Pero por qué echar abajo una propiedad descrita como “espléndida” y “suntuosa”? Para confirmar el misterio, no hemos hallado en los archivos ninguna traza documental de su demolición, pese a que todos los permisos de demolición se conservan en los Archivos Municipales de Niza. Tampoco hemos encontrado fotografías que nos permitan saber cómo era el exterior del edificio. Tan solo se conservan algunas del interior, las del salón chino que ya conocemos.

Como si nunca hubiera existido, un nombre, L’Oiseau Bleu, es todo lo que queda de este destacado escenario de la vida mundana.

La verja, con el nombre de la finca inscrito en una placa, es el único elemento de época que se ha conservado.

Edificio actual, albergando la guardería municipal L’Oiseau Bleu.

La casa que Gardel quería comprar en Niza

Pongamos punto final a esta crónica con unas palabras sobre otra casa, la que Gardel había previsto comprar en Niza, para alojar a su madre y a sus allegados mientras él cumplía con sus obligaciones artísticas en Europa. En efecto, tanto le había agradado la región que había previsto instalarse en ella. Varios testimonios confirman que este proyecto era algo más que palabras. La primera vez que se evoca la idea es en una carta de su madre, Berta Gardés, a Armando Defino, secretario y apoderado de Gardel. La carta data del 20 de septiembre de 1934 y dice (literalmente) así:

“No sé si Carlito le dirá en su carta que emos desidido que yo me quedo en Francia asta que él valla a Buenos Aires entonses iré con él todas las veses que él ira mientras yo pueda viajar, así no sufriré tanto de estar separada de él i como lo emos pensado viviremos en Nice con mi hermano porque el clima es mejor de toda la Francia y creo que usted también querá vivir con nosotros”.

Un mes más tarde, el 16  de octubre de 1934, el mismo Gardel confirma su intención en una segunda carta a su secretario. La elección de Niza se debe a dos motivos: uno, incontestable, las bondades del clima. El otro, en cambio, es difícil de creer para nosotros hoy en día: los bajos precios del mercado inmobiliario.

“Tengo el proyecto de comprarme una casa en Niza para la viejita y nosotros. El clima es ideal para ella y yo la encontraré de manera que tenga comodidades para todos. Las casas son baratas allí. Esto es un proyecto, pero ya lo estudiaremos”.

Carta de Carlos Gardel a su secretario Armando Defino, 16 de octubre de 1934

Desgraciadamente este proyecto, como tantos otros, no pudo realizarse. El 24 de junio de 1935 Carlos Gardel falleció en un accidente aéreo en el aeropuerto de Medellín, Colombia, que terminó con su vida y su carrera cuando ambas estaban en su mejor momento.

Qué habría sucedido si este accidente no hubiera segado prematuramente la vida de Gardel? ¿Se habría instalado en Niza con su madre, tal como él mismo dice en su carta? Quizás, como tantos argentinos en Francia, habría regentado un local dedicado al tango. ¿Sería hoy hijo predilecto de la ciudad de Niza? Tal vez habría terminado sus días tranquilamente en el suave clima de la Costa Azul. Quizás hoy existiría en Niza una Casa-Museo Carlos Gardel, probablemente en su residencia, que habría legado al ayuntamiento de Niza, junto con una colección de discos, documentos y objetos personales. Quizás incluso los fanáticos del tango vendrían en peregrinación a uno de los cementerios de Niza para visitar su tumba… Aunque no, eso no, Buenos Aires nunca lo habría permitido. Carlitos es y será siempre argentino. No habría podido descansar en otro lugar que no fuera la Chacarita.

Y desde el punto de vista cultural, musical ¿cuáles habrían sido las consecuencias de su instalación en Niza? ¿Se habría convertido la ciudad en la capital del tango en Europa? ¿Sería Niza hoy una ciudad con una fuerte cultura tanguera, habría sido renovado el tango por una generación de jóvenes músicos nizardos? No lo sabemos ni lo sabremos nunca, pero soñar no cuesta nada


Referencias bibliográficas:
  1. COLLIER Simon, Carlos Gardel. Su vida, su música, su época. Santiago: Ariadna Ediciones, 2003.
  2. DENIGOT Gwen-Haël, MINGALON Jean-Louis, HONORIN Emmanuelle, Dictionnaire amoureux du tango. Paris : Seuil, 2015.
  3. FLORES Rafael, Gardel y el tango. Repertorio de recuerdos. Madrid : Ediciones de la Tierra, 2001.
  4. GÁLVEZ  Lucía, Romances de tango. Buenos Aires: Grupo Editorial Norma, 2008.
  5. REEVES May, Charlie Chaplin intime. Paris: Gallimard, 1935.
  6. https://www.todotango.com/historias/cronica/199/La-verdadera-Sadie-Baron-Wakefield/
  7. https://www.todotango.com/historias/cronica/159/Chaplin-y-Gardel/
  8. http://mundogardeliano.blogspot.com/2016/03/gardel-chaplin-aparecen-nuevos-datos.html?m=1
  9. http://ana-turon.blogspot.com/2017/07/gardel-y-alberto-vaccarezza-en-la-costa.html
  10. http://ana-turon.blogspot.com/2017/07/carlos-gardel-voulait-acheter-une.html
  11. http://www.charliechaplinarchive.org/
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